miércoles, 23 de diciembre de 2009

Los límites de la secularización

Mientras les escribo estas líneas la Navidad va llegando. Hoy es día 23 de diciembre y a buen seguro que la Navidad estará aquí el próximo 25. De esto no tengo duda. Les tengo que confesar que desde que resido en Buenos Aires solo voy a la Eucaristía de Navidad, este año también iré, concretamente a la parroquia que hay cerca de casa, la de de los hermanos franciscanos. Me resulta extraño ir a misa en Buenos Aires, no sé bien por que razón, ¿es algo inconsciente? Podría ser, y más en Buenos Aires. Pero creo que algo tiene que ver con aquello de inculturizarse en un lugar, no me siento en mi cultura y de esto se resiente mi vida espiritual. Pero tampoco siento próxima a la iglesia en estos momentos, aunque no dudo en ejercer de buen abogado samaritano cuando oigo comentarios infundados de su hacer en el mundo. La iglesia para mí tiene mucho que decir en el mundo, aunque creo que para ello debe enraizarse más con las raíces primigenias que le dieron vida, esto es el judaísmo, es decir, la cultura de Jesús. De hecho mi futura espiritualidad se está decantando por ahí sin que pueda hacer nada para remediarlo.

Aunque no voy a misa sí que vivo el sentido de la liturgia con la misma plenitud y alegría que en Barcelona, pero sin acto de presencia. Por si ustedes no lo saben la liturgia permite convertir el tiempo arremolinado y salvaje de la vida en tiempo de sentido, creación y curación. ¡Ahí es nada! Sé que mi público es muy diverso y entiendo que a muchos esto les importa un pito, a otros les da curiosidad y son pocos los que conocen de verdad el sentido de este misterio. Créanme, si la iglesia católica, que muchos sabios tiene, no consigue dar a conocer estos misterios, yo tampoco lo voy a conseguir. Tan sólo le diré que el pasado domingo mientras estaba por el parque Saavedra haciendo ejercicio para bajar la panza, vi que en el centro del parque se estaba celebrando una misa católica. El parque Saavedra es un gran parque a diez cuadras de casa que tiene un perímetro de 1 kilómetro y trescientos metros. Dejé de hacer ejercicio y me añadí al grupo. Tomé la comunión y estuve un rato meditando y celebrando bajo el manto de la naturaleza en medio del parque. Me fui cuando los parroquianos empezaron a cantar. Pido disculpas por este comentario pero la verdad de la milanesa (¿saben lo que es la verdad de la milanesa? Ya se lo contaré otro día) es que los cantos son tan horribles y desafinados que no tuve más remedio que seguir haciendo ejercicio para bajar la panza. Hay cosas que no cambiarán nunca. Agradezco desde mi alma de emigrante la valentía y el esfuerzo de éstos de salir de su templo y buscar lugares tan apropiados como la sombra de un árbol que en estos momentos se agradece y mucho en Buenos Aires.

Esta semana, mientras llega la Navidad, fuimos a celebrar el cumpleaños del primo de mi mujer, Ronaldo para ustedes, y Roni para la familia. En la cena al aire libre estuve conversando con el padre de Roni que me hablaba del Shabbat que se celebra en casa de la madre de su compañera sentimental. Carlos me decía que la mamá, que tiene 90 años, se dedica toda la semana a preparar la casa y la comida para recibir a toda la familia el viernes por la noche. En esta ocasión tienen prohibido hablar de conflictos entre hermanos, dentro del trabajo, maldecir sobre la política argentina y otras cosas. En definitiva es otra liturgia en donde el tiempo adquiere la densidad necesaria para masajear el corazón de cada persona al ritmo de los latidos de sus deseos más profundos y humanos. Me dí cuenta que mientras los católicos solo preparamos una, a lo sumo, dos cenas vinculadas con lo religioso a lo largo del año, los judíos que siguen el shabbat lo disfrutan cada semana. ¿No les parece que la diferencia es por goleada? Aunque mi mujer me tiene prohibido comprar libros, ya que me gasto mucho dinero en ello, esta semana, con la excusa de los regalos, me regalé dos. Uno sobre la cocina de tapas y montaditos, el otro sobre el Shabbat de Abraham Joshua Heschel. Estoy disfrutando de ambos. Uno porque me ayudará a preparar mejor la comida de Navidad que será a base de tapas, el otro porque me acerca a una espiritualidad, la judía, que no he tenido la ocasión de conocer en Barcelona porque un día a la Santa Madre Inquisición se le ocurrió expulsar a sus hermanos mayores del país y si algunos se quedaron fue para vivir con mucho sigilo e incógnito. El libro es delicioso, mis tapas espero que también lo serán. No les voy a hablar de él ya que si quieren, ustedes mismos lo pueden comprar. Desde lo que comprendí de la liturgia católica me es fácil aproximarme a esta espiritualidad del tiempo y asentir con la cabeza junto al autor cuando dice que “el ritual judío se puede describir como el arte de las formas simbólicas en el tiempo, como la arquitectura del tiempo” para decir luego que “los temas principales de la fe residen en el dominio del tiempo”.

Ser dueños de nuestro tiempo o ser esclavos de él. Esta es la cuestión. El quid está en el tiempo y no en el espacio. Las religiones para muchos son enormes complejos de palabras, ritos y tradiciones carentes de sentido o con muchas opacidades para apreciar algo útil en sus vidas. Pero el mundo actual, con su economía para el corto plazo y no para dar soporte económico a largo plazo a la empresas, emprendedores y familias (Clarín publicaba esta semana que el 75% de las personas que han buscado trabajo en 2009 en Argentina han fracasado, o sea tres de cada cuatro), con los negocios de la política que dejan cada vez más gente alejada de ella y nos convierte a todos en sociedades cuasi anarquistas, con el maltrato a la naturaleza, con tantas cosas que nos pasan y con tantas cosas que no nos pasan pero que los mass media insisten en que sí que nos pasan. Por todo ello, es normal que en el corazón de la gente sencilla, que somos mayoría, haya una nostalgia de sentido porque el tiempo ha perdido su ángel.

Hablando con una de mis cuñadas de estos temas, observé una cierta nostalgia por no poder transmitir estos ritos judíos a los hijos por el alejamiento a las tradiciones. Sus abuelos lo celebraban y llegando en masa de Europa vistieron a Suramérica con una rica coloridad judía. Pero los padres ya se secularizaron. Al igual que pasó en las sociedades cristianas de Europa que en los años sesenta y setenta vio que los futuros padres y madres giraban sus corazones hacia realidades humanas no vinculados con lo religioso cristiano. Aunque las razones de la secularización son parecidas, quizás en Buenos Aires el psicoanálisis tuvo un rol que no tuvo en según que partes de Europa, los efectos son distintos en cada religión. Una persona de tradición cristiana secularizada ya no puede compartir nada, o bien poco con la Iglesia, ya que se forma parte de ella a través de vivir en comunión con los misterios de la misma no por haber nacido en según que ciudad o pueblo. Son los cristianos apartados de la Iglesia. Una persona secularizada en el judaísmo, nunca se ha apartado del judaísmo ya que se puede formar parte de él desde la secularización sin compartir los misterios de su fe porque uno forma parte del pueblo. Pero los aspectos rituales del judaísmo son tan familiares que sí hay una nostalgia en no estar del todo conectados con ellos. En el cristianismo no es así porque la religiosidad es muy individual, uno va a misa o le ponen la misa en medio del parque y no da explicaciones a nadie por asistir. Pero en el judaísmo incluso no sintiéndose religioso todo pasa por la familia. Mi familia por ejemplo tiene la costumbre de celebrar el año nuevo judío y el día del perdón.

En fin, que estamos todos bien fragmentados. Al menos que no se nos pierda ningún fragmento y que para el nuevo año que viene podamos entre todos haber crecido un poquito más en humanidad y sentido. A buen seguro que la navidad ayudará a ello. Un saludo a todos en especial a mi familia de Torà (un precioso hamlet de Cataluña)
Bon nadal

1 comentario:

  1. Estimado Jordi, contundente expresión de espiritualidad nos relatas en cada párrafo, pero.... espero no lo tomes a mal.... podrías relatarnos el secreto espiritu de la tapa de Pequeña Patata fundida en dulce abrazo de panceta, Sis plau?? Ese verdadero espiritu, en Torá, Barcelona o nuestra querida Republica Separatista de Villa Urquiza, nos permite disfrutar las bellezas de lo autenticamente terrenal. Y claro, te felicito por la verba prodigiosa que explayas. Salú y Visca el Barza!!

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