jueves, 31 de diciembre de 2009

BIENVENIDO BICENTENARIO

Mientras Martín Palermo cantaba bajo la lluvia el milagroso gol ante Perú que, en el último minuto, daba la casi segura clasificación para el mundial de Sudáfrica, los Kirchner cantan a los cuatro vientos patagónicos su inocente savoir faire para enriquecerse brutalmente durante estos años de su mandato. No tengo nada en contra del enriquecimiento personal, ni estoy capacitado para saber si éste ha sido legal o ilegal. Pero no encuentro justo que los próceres argentinos, Néstor y Cristina, no hayan podido aplicar sus exitosas recetas económicas peronistas para bajar los índices de pobreza del país y sí, en cambio, las han sabido aplicar para hacerse millonarios mientras están en el poder. Ya se sabe que cuando uno tiene pluriempleo dedica más esfuerzos a aquello que le es más rentable.

Me imagino la sonrisa de Néstor Kirchner cuando, siendo gobernador de la provincia de Santa Cruz, veía los eternos glaciares del Perito Moreno. Seguramente pensaba que a él no le iban a congelar el futuro y que la mejor manera para zafar del presente era llegar a presidente. Me imagino a su mujer, Eva Cristina Fernández de Kirchner y de Perón, disfrutar con sus vástagos de lindas excursiones por la vasta Patagonia y, cuando en un día de tormenta se protegió en la cueva de las manos - patrimonio de la humanidad por sus espléndidas pinturas rupestres – descubrió allí en un arrebato místico las manos del poder político que un día ella también tendría el privilegio de manejar.

Esto ocurría a inicios del siglo XXI en la Patagonia. Hace unos meses paseaba mis ensoñaciones por la calle corrientes cuando de reojo leí un titular que me llamó la atención: la justicia argentina averiguará las razones del incremento patrimonial de los Kirchner. Su patrimonio era de 6 millones de pesos en 2003 – 1,5 millones euros - cuando dejó el cargo de gobernador de la provincia de Santa Cruz para asumir la presidencia del país. El actual patrimonio de la feliz pareja es de 44 millones de pesos (casi 10 millones de euros). La prensa ha publicado las razones de dicho aumento. Se deben a tres factores: intereses financieros cobrados en tasas superiores a las que daba el mercado, compras de terrenos por debajo del valor fiscal y vendidas a precios altamente recalificados y alquileres de hoteles de su propiedad a organismos estatales por tarifas desorbitadas. Desde ese momento hasta el día de hoy el rifirrafe dentro del peronismo para descubrir las causas de este enriquecimiento ha sido divino. Es un rifirrafe en su sentido pleno de la palabra ya que tanto el gobierno como la oposición, ambos peronistas, han mantenido una larga contienda o bulla ligera sin trascendencia. Al final ni el juez, ni los fiscales, ni la oposición han querido ver en este caso nada ilegal y se han lavado las manos dando carpetazo al asunto y así no perderse ni un día de vacaciones en estériles juicios contra la posible corrupción.
Argentina lleva viviendo en democracia unos 25 años. Días atrás leía un artículo de Julián Schvindlerman, en la revista de la comunidad Amijail del año 5768 judío, sobre la paradoja de la tolerancia y en él descubrí que desde comienzos del siglo XIX hasta finales del siglo XX hubo 199 guerras en el mundo entre dictaduras, 155 entre democracias y dictaduras y ninguna guerra entre democracias. Esta es una muy buena noticia, pensé. Cada país hace su democracia según su cultura y es evidente que en Suramérica tienen un estilo distinto al de Europa, perfectamente válido si los lleva a progresar y a vivir en paz y en justicia con los vecinos y con ellos mismos.

Pero hay razones para pensar que sí existen guerras en democracia y son las que tienen que soportar muchos argentinos pobres para sobrevivir en su país en medio del caos que genera la corrupción y la impunidad. La consultora SEL que dirige Ernesto Kritz dio unos datos en el mes de octubre de 2009 en donde decía que en el Gran Buenos Aires hay 3,5 millones de pobres de los cuales 1,2 millones están en grado de indigencia. Casi un 40% de la población argentina es pobre. Son muchos pobres y muchos ojos inocentes de niños y adolescentes que cuando se les preguntó en una encuesta que era lo que deseaban para una vida mejor contestaron que por favor alguien ayudara a sus padres.

¿Existe alguna receta económica peronista para todo ello? Sí, existe. Gran parte de la deuda externa que Argentina debe al Club de París está indexada según la inflación, es decir, a más inflación mayor será el monto a devolver. La solución kirchnerista para el retorno de la deuda ha sido maquillar los datos estadísticos del INDEC (El INE de España). En Argentina la inflación oficial es del 7%, la real de más del 20%. Con esto se devuelve menos deuda y al mismo tiempo hay menos pobres ya que para subsistir con una inflación del 7% se necesita una canasta básica menor. ¡Que gran mentira! La pobreza sube y con ella sube la delincuencia y la inseguridad. Todo "sube, sube, sube" pero no como "bandera del amor" sino como estandarte de un país injusto.

El 2010 será el año del bicentenario. Mientras, la justicia y los líderes políticos nos llevan hacia una muerte social anunciada. Este país ya no necesita líderes en quien confiar porque ya nadie cree en ellos. Los vecinos Lula y Bachelet se retiran de la política con altos índices de reconocimiento por su único trabajo que ha sido el de gobernar un país, los argentinos putean a la feliz pareja por su pluriempleo, el de gobernar la pobreza de todos y el de administrar la riqueza de ellos. Una Argentina en donde viven padres y madres de niños pobres a los que se les muere el futuro cada día que pasa. Y una Argentina llena de mártires por las muertes de jubilados, enfermeras, arquitectos, abogados, catequistas, etcétera que fueron objeto de asesinato en este año que ya se va para robarles tan solo unos 20 o 100 pesos (entre 5 y 20 euros). Todos ellos son los nuevos mártires de esta religión que es el peronismo y que cantan a coro junto a la gran Mercedes Sosa y a Raúl Alfonsín por las miserias y esperanzas de este pueblo estimado. Tanto Mercedes como Raúl lucharon contra la dictadura y la barbarie para que este país fuese más justo, pero este año han muerto sin poder aún ver la tierra prometida. A veces percibo cantos de esperanza y me parece oír la voz de Mercedes Sosa interpretando el bello salmo 112 sobre el hombre justo que da con largueza a los pobres.

No los quiero molestar más porque seguro que están pensando en las futuras vacaciones. Como los Kirchner que las van a pasar en su bella Patagonia. Me imagino a Néstor con su sonrisa contemplando los hermosos glaciares y pensando en la teoría de la punta del iceberg (en Cataluña se llama la paradoja de Félix Millet) que dice así: si te agarran robando dí solo que te llevaste un 10% de lo que realmente fue, como el iceberg que solo se deja ver en un 10%. Al menos ahora que ya es millonario podrá algún día con más tranquilidad explicar que fue de los 535 millones de dólares que recibió su provincia cuando él era gobernador de Santa Cruz por regalías hidrocarburíferas mal liquidadas y por que aún hay unos 390 millones de ellos en cuentas en Suiza. Por cierto, la simbología de las manos en las cuevas neolíticas expresan los deseos en forma de plegaria que los hombres y mujeres de esa época hacían a la madre tierra para pedir fertilidad y un futuro mejor. A pesar de los pesares pienso que entre todos podemos construir aquí y allá un futuro mejor. Con mis mejores deseos: ¡feliz año nuevo!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Los límites de la secularización

Mientras les escribo estas líneas la Navidad va llegando. Hoy es día 23 de diciembre y a buen seguro que la Navidad estará aquí el próximo 25. De esto no tengo duda. Les tengo que confesar que desde que resido en Buenos Aires solo voy a la Eucaristía de Navidad, este año también iré, concretamente a la parroquia que hay cerca de casa, la de de los hermanos franciscanos. Me resulta extraño ir a misa en Buenos Aires, no sé bien por que razón, ¿es algo inconsciente? Podría ser, y más en Buenos Aires. Pero creo que algo tiene que ver con aquello de inculturizarse en un lugar, no me siento en mi cultura y de esto se resiente mi vida espiritual. Pero tampoco siento próxima a la iglesia en estos momentos, aunque no dudo en ejercer de buen abogado samaritano cuando oigo comentarios infundados de su hacer en el mundo. La iglesia para mí tiene mucho que decir en el mundo, aunque creo que para ello debe enraizarse más con las raíces primigenias que le dieron vida, esto es el judaísmo, es decir, la cultura de Jesús. De hecho mi futura espiritualidad se está decantando por ahí sin que pueda hacer nada para remediarlo.

Aunque no voy a misa sí que vivo el sentido de la liturgia con la misma plenitud y alegría que en Barcelona, pero sin acto de presencia. Por si ustedes no lo saben la liturgia permite convertir el tiempo arremolinado y salvaje de la vida en tiempo de sentido, creación y curación. ¡Ahí es nada! Sé que mi público es muy diverso y entiendo que a muchos esto les importa un pito, a otros les da curiosidad y son pocos los que conocen de verdad el sentido de este misterio. Créanme, si la iglesia católica, que muchos sabios tiene, no consigue dar a conocer estos misterios, yo tampoco lo voy a conseguir. Tan sólo le diré que el pasado domingo mientras estaba por el parque Saavedra haciendo ejercicio para bajar la panza, vi que en el centro del parque se estaba celebrando una misa católica. El parque Saavedra es un gran parque a diez cuadras de casa que tiene un perímetro de 1 kilómetro y trescientos metros. Dejé de hacer ejercicio y me añadí al grupo. Tomé la comunión y estuve un rato meditando y celebrando bajo el manto de la naturaleza en medio del parque. Me fui cuando los parroquianos empezaron a cantar. Pido disculpas por este comentario pero la verdad de la milanesa (¿saben lo que es la verdad de la milanesa? Ya se lo contaré otro día) es que los cantos son tan horribles y desafinados que no tuve más remedio que seguir haciendo ejercicio para bajar la panza. Hay cosas que no cambiarán nunca. Agradezco desde mi alma de emigrante la valentía y el esfuerzo de éstos de salir de su templo y buscar lugares tan apropiados como la sombra de un árbol que en estos momentos se agradece y mucho en Buenos Aires.

Esta semana, mientras llega la Navidad, fuimos a celebrar el cumpleaños del primo de mi mujer, Ronaldo para ustedes, y Roni para la familia. En la cena al aire libre estuve conversando con el padre de Roni que me hablaba del Shabbat que se celebra en casa de la madre de su compañera sentimental. Carlos me decía que la mamá, que tiene 90 años, se dedica toda la semana a preparar la casa y la comida para recibir a toda la familia el viernes por la noche. En esta ocasión tienen prohibido hablar de conflictos entre hermanos, dentro del trabajo, maldecir sobre la política argentina y otras cosas. En definitiva es otra liturgia en donde el tiempo adquiere la densidad necesaria para masajear el corazón de cada persona al ritmo de los latidos de sus deseos más profundos y humanos. Me dí cuenta que mientras los católicos solo preparamos una, a lo sumo, dos cenas vinculadas con lo religioso a lo largo del año, los judíos que siguen el shabbat lo disfrutan cada semana. ¿No les parece que la diferencia es por goleada? Aunque mi mujer me tiene prohibido comprar libros, ya que me gasto mucho dinero en ello, esta semana, con la excusa de los regalos, me regalé dos. Uno sobre la cocina de tapas y montaditos, el otro sobre el Shabbat de Abraham Joshua Heschel. Estoy disfrutando de ambos. Uno porque me ayudará a preparar mejor la comida de Navidad que será a base de tapas, el otro porque me acerca a una espiritualidad, la judía, que no he tenido la ocasión de conocer en Barcelona porque un día a la Santa Madre Inquisición se le ocurrió expulsar a sus hermanos mayores del país y si algunos se quedaron fue para vivir con mucho sigilo e incógnito. El libro es delicioso, mis tapas espero que también lo serán. No les voy a hablar de él ya que si quieren, ustedes mismos lo pueden comprar. Desde lo que comprendí de la liturgia católica me es fácil aproximarme a esta espiritualidad del tiempo y asentir con la cabeza junto al autor cuando dice que “el ritual judío se puede describir como el arte de las formas simbólicas en el tiempo, como la arquitectura del tiempo” para decir luego que “los temas principales de la fe residen en el dominio del tiempo”.

Ser dueños de nuestro tiempo o ser esclavos de él. Esta es la cuestión. El quid está en el tiempo y no en el espacio. Las religiones para muchos son enormes complejos de palabras, ritos y tradiciones carentes de sentido o con muchas opacidades para apreciar algo útil en sus vidas. Pero el mundo actual, con su economía para el corto plazo y no para dar soporte económico a largo plazo a la empresas, emprendedores y familias (Clarín publicaba esta semana que el 75% de las personas que han buscado trabajo en 2009 en Argentina han fracasado, o sea tres de cada cuatro), con los negocios de la política que dejan cada vez más gente alejada de ella y nos convierte a todos en sociedades cuasi anarquistas, con el maltrato a la naturaleza, con tantas cosas que nos pasan y con tantas cosas que no nos pasan pero que los mass media insisten en que sí que nos pasan. Por todo ello, es normal que en el corazón de la gente sencilla, que somos mayoría, haya una nostalgia de sentido porque el tiempo ha perdido su ángel.

Hablando con una de mis cuñadas de estos temas, observé una cierta nostalgia por no poder transmitir estos ritos judíos a los hijos por el alejamiento a las tradiciones. Sus abuelos lo celebraban y llegando en masa de Europa vistieron a Suramérica con una rica coloridad judía. Pero los padres ya se secularizaron. Al igual que pasó en las sociedades cristianas de Europa que en los años sesenta y setenta vio que los futuros padres y madres giraban sus corazones hacia realidades humanas no vinculados con lo religioso cristiano. Aunque las razones de la secularización son parecidas, quizás en Buenos Aires el psicoanálisis tuvo un rol que no tuvo en según que partes de Europa, los efectos son distintos en cada religión. Una persona de tradición cristiana secularizada ya no puede compartir nada, o bien poco con la Iglesia, ya que se forma parte de ella a través de vivir en comunión con los misterios de la misma no por haber nacido en según que ciudad o pueblo. Son los cristianos apartados de la Iglesia. Una persona secularizada en el judaísmo, nunca se ha apartado del judaísmo ya que se puede formar parte de él desde la secularización sin compartir los misterios de su fe porque uno forma parte del pueblo. Pero los aspectos rituales del judaísmo son tan familiares que sí hay una nostalgia en no estar del todo conectados con ellos. En el cristianismo no es así porque la religiosidad es muy individual, uno va a misa o le ponen la misa en medio del parque y no da explicaciones a nadie por asistir. Pero en el judaísmo incluso no sintiéndose religioso todo pasa por la familia. Mi familia por ejemplo tiene la costumbre de celebrar el año nuevo judío y el día del perdón.

En fin, que estamos todos bien fragmentados. Al menos que no se nos pierda ningún fragmento y que para el nuevo año que viene podamos entre todos haber crecido un poquito más en humanidad y sentido. A buen seguro que la navidad ayudará a ello. Un saludo a todos en especial a mi familia de Torà (un precioso hamlet de Cataluña)
Bon nadal

domingo, 20 de diciembre de 2009

Sin utopías y sin ucronías

Mi editor me estuvo animando a exponer mis pensamientos e ideas desde el momento en que nos conocimos. Siempre le dije que éste ya llegaría, como excusa para no encontrar nunca ese momento. Hay muchas personas e instituciones en el mundo que han conseguido hacernos mejor a todos gracias a su esfuerzo, su tesón, su ilusión y esperanza en aquello en lo que creen. Los encuentras por doquier. En la política (Mandela), en la cultura (Baremboin), en el deporte (FC Barcelona-Unicef), en el amor a los otros (Vicente Ferrer). Lo más real de nuestro futuro es que ninguna de estas personas e instituciones trabajó sola y que la lista es larguísima, a veces es pública, la mayoría de las veces anónima y sin publicidad. A todos les debo la vida.

Es por todo esto que me animé a decirle que sí a mi editor. Hasta ahora sólo publicaba para él, a modo de pasión secreta entre sus ansias de editar algo nuevo y las mías de salir del cascarón uterino del miedo y la timidez. Quería sacar mi propia voz para buscar personas que quieran cantar nuevas versiones de la vida y no la de los exitosos de siempre, adinerados y poderosos del mundo que manejan la política y los pueblos a su antojo. Si algo tengo claro sobre la existencia colectiva es que el mundo camina y tiene futuro gracias a la inmensa mayoría de personas de bien, gente sencilla que aspira a una sonrisa, a una palabra amable, a un trabajo digno, a una familia digna, a la educación y a la cultura. Esto sucede sin diferencias aquí en Buenos aires y también en Torà, un pueblecito de la comarca de La Segarra en Cataluña. No les prometo a donde nos llevarán estas reflexiones, espero que al menos sea para comer un buen asado o una buena paella valenciana.

He tenido tiempos en que buscar trabajo era una prioridad. De hecho aún lo es. En estos tiempos llenos de ansiedad entendí lo que era la comunicación en Internet. Aprendí a redactar currículums cada vez más prêt-à-porter, sin éxito alguno. Después del envío de cientos de ellos se hacía el silencio. Comprendí que debía cambiar y no desesperarme. Quizás lo importante no era mi pasado, con mis experiencias de trabajo y mis esfuerzos en formarme, sino el futuro. A nivel personal me importa y preocupa mi futuro, a nivel colectivo sólo veo sentido en el pasado. El futuro colectivo no sé cual será, pero a buen seguro que algo bueno será, pero del pasado tengo el honor de aprender mucho ya que indagar en él es bucear en un depósito infinito de sentido. He vivido mucho tiempo en Barcelona, pero siento que ya llevo una eternidad en Buenos Aires. Los apacibles aires del Mediterráneo, que han bañado el respirar de mis pulmones durante tantos años, se sienten ahora sazonados y salpicados por esta manera de ser encantadora de los porteños, argentinos y suramericanos en general. Quisiera mantener mi catalanidad barcelonesa y segarrenca y añadirles un poco del picante chimichurri porteño. Quisiera trazar puentes entre ambas culturas, tan semejantes y tan diferentes.

Si algo me ha insuflado la cultura porteña es el hecho de que la gente de acá se la creen, es decir, apuestan fuerte por sus proyectos. Algunos pueden llamarlo a esto fanfarronería porteña, a mi me gusta más decir que se encuentran a gusto con su autoestima. Sí, me creo capaz de escribir, de proponer cambios y de mejorar la sociedad en donde vivo, empezando por mí mismo. Creo en las utopías que crean espacios de libertad y tiempos de esperanza, pero recelo de las que asesinan momentos y lugares en nombre de ellas.

Estoy casado y tengo dos hijos preciosos de cuatro y dos años. Ahora el mayor está un poco pesado ya que ha acabado el jardín y está todo el día en casa rebotando con todo lo que encuentra a su paso. Mi familia es hermosa, mi mujer más, y se lo debo todo a los que me han enseñado a ser persona, en especial mis padres. Estoy mucho tiempo con mis hijos, hago comidas en casa y cambio pañales. Me sulfuro si escucho a un hombre decirle a su mujer: ¡todo el día en casa y no sabes ni preparar una buena comida! ¡Yo trabajando y tu sin hacer nada! Por suerte he aprendido a adquirir el lado femenino de la vida. Tengo amigos en Cataluña y me empiezan a crecer amigos porteños como si fueran setas. He llorado la muerte de mi amigo Agustí Pagespetit víctima de un corazón demasiado grande para este mundo que lo vio nacer. Mi familia es de aquí y de allá. Celebro el 9 de julio con la misma pasión que un argentino y con más independencia que un catalán de Barcelona. A continuacuón les explico mi currículum a futuro, siempre sostenido por un pasado dl que en nada reprocho.

He trabajado de maestro, de profesor de finanzas para empresas, de consultor económico y contable, he coordinado proyectos de cultura en las universidades públicas de Cataluña, conocí durante un tiempo un cristianismo que cree en la persona pero que le pesa mucho una institución que que se cree libre de los dogmas, deseo conocer el judaísmo a fondo como algo sustancial a mi proceso de fe y espero que lo consiga aquí en Buenos Aires, he creado empresas tanto para instituciones como para mi mismo, siempre con el entusiasmo de generar valor a la sociedad y para mí y nunca movido por este falso motor del capitalismo que Adam Smith dijo era el egoísmo.

Soy universitario con dos títulos académicos, economía y ciencias religiosas, pero no me siento rehén de ninguno de ellos. Digo lo mismo de los másters que he hecho y de los innumerables cursos y conferencias en donde he asistido. En todo caso me siento amigo de las ideas y personas que me han hecho crecer y que en cada primavera germinan de nuevo en mi consciencia. Mi curiosidad no tiene límites, aunque mi mujer me ayuda a ponerlos y se lo agradezco. También mi psicólogo que para eso vivo en Buenos Aires. Si estuviera en Torà o en Barcelona esta función la haría a buen seguro mi director o directora espiritual.

Soy aficionado a la ópera gracias a mi amigo Jaume Radigales, estuve en Costa de Marfil como maestro de la mano de los salesianos, he conocido el mundo de los atrapados por el mal del mundo, como los enfermos terminales de sida en San Juan de Dios, a quienes acompañábamos, con otros amigos, a pasear por Barcelona las tardes de los sábados, he ayudado en campañas políticas ad honorem. Disfruto del deporte ya sea para ejercerlo o para quedar extasiado ante el futbol-arte del Barcelona-Unicef. He sentido siempre la vida sin parar y en Argentina me pasa lo mismo, aunque sin la anestesia del estado del bienestar.

De todo lo que he hecho y dicho hasta ahora solo me queda una palabra: agradecimiento. En las siguientes reflexiones hablaré de los diversos aspectos de la realidad que me cuestionan. Para acabar quisiera, si aún están leyendo esta primera carta, transmitirles parte de mi pensamiento en relación a lo social, lo político y cultural aunque algo creo haber comentado anteriormente.

Admiro la gente y las instituciones que generan espacios desde la libertad y para la libertad de todos, en especial de los más débiles y desamparados. Creo en la democracia como única manera de organizarnos política y socialmente para un futuro sin guerras y con prosperidad, una democracia en donde la libertad debe ser sagrada, libertad de voto, sindical, opinión, siempre con el respeto, el diálogo y el consenso necesario para salir adelante entre todos. Creo en la cultura como lugar para hacer frente al sinsentido y la banalidad actual y creo en una educación con el amparo estatal pero no de monopolio estatal ya que el estado puede distribuir recursos pero no educar. Creo en una educación en donde el arte, la filosofía y la espiritualidad del diálogo entre religiones sean los verdaderos pilares que nos permitan crecer de individuos a personas para que así, ya de maduritos, podamos servir mejor a los intereses de nuestra sociedad desde el derecho, la economía, la política, la educación, la empresa, la ciencia y otros trabajos que ustedes puedan añadir.

Con todas estas ideas y reflexiones espero que comprendan que quizás me cueste encontrar trabajo ya que el dinero, el poder y la fama no son de mi interés, aunque el dinero lo aprecio ya que nos prmite desarrollarnos y es fruto de nuestro trabajo, el poder nos puede permitir cambiar la realidad y la fama...bueno la película en su tiempo me gustó mucho.

Espero que pasen unas buenas fiestas.

Jorge Porta de Acevedo